Se realiza en México movilización en defensa de la democracia brasileña

Aproximadamente 200 personas se reunieron en la Ciudad de México para manifestar su repudio a los intentos de golpe de Estado que se lleva a cabo en Brasil.

Por Otávio Rocha

Al 31 de marzo de 2016, día marcado por centenas de manifestaciones en todos los estados de Brasil, cerca de 200 personas entre brasileños y mexicanos se reunieron en frente al Centro Cultural Brasil-México, en contra de la amenaza a la democracia en el país sudamericano. La fecha sirvió también para rememorar los 52 años del golpe de Estado que ha implantado una dictadura militar que perduró por más de 20 años (1964-1985). El escenario político del país atraviesa un momento de grave amenaza a la democracia construida en las últimas tres décadas, con los incesantes intentos de impedir que la presidenta Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores) permanezca en el puesto hasta el final de su mandato.

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El actual gobierno de Dilma, que empieza en enero de 2015 tras su reelección, sufre con la ascensión de fuerzas conservadoras en las elecciones para el legislativo, que presionan para la caída del gobierno, generando un contexto de fuerte instabilidad política y amplia crisis de las instituciones. Estas fuerzas políticas representan los grandes capitales nacionales e internacionales, reflejados en la Federación de las Industrias de São Paulo (FIESP) y los grandes medios de comunicación, en particular la Red Globo de Televisión, los principales impulsadores del golpe.

El curso de una investigación llevada a cabo por la Policía Federal, la operación Lava-Jato, que apura un esquema de corrupción generalizada en la política brasileña, ha sido el motor de las motivaciones para los que quieren la salida del Partido de los Trabajadores del puesto más importante del poder ejecutivo brasileño. Aunque no pese sobre la presidenta ninguna acusación que se pueda caracterizar como improbidad administrativa o crimen de responsabilidad, la gestión mediática de la información por los grandes monopolios de comunicación favorece a las fuerzas políticas de oposición.

Guadalupe Teresinha Bertussi, maestra de la Universidad Pedagógica Nacional, presente en la manifestación, afirmó que la acusación que motiva los intentos formales de impedimento de la actividad de Dilma Rousseff como presidenta del país que tramitan en la esfera legislativa en este momento, son basados en inconsistencias en las cuentas de su gobierno anterior, que ya fueron presentadas y aprobadas por las instancias jurídicas. “Acusan de que ella usó parte del dinero del tesoro nacional para hacer pagos a los programas sociales, que no es motivo de impeachment de la presidenta”.

Teresinha relata también que los sectores interesados en el fin del gobierno que lleva 14 años en Brasil, están vinculados a la burguesía nacional e internacional y algunos sectores de la clase media que no toleran el proyecto de gobierno orientado a la inclusión social, preocupado con la gran mayoría de los brasileños en situación de pobreza.

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De acuerdo con el sociólogo Lucas Henrique, el tema de Brasil está vinculado al proceso que pasa diversos países de América Latina con la crisis generalizada del modelo económico que ha sostenido los gobiernos progresistas del continente, relacionada a la baja de los precios de las commodities, es decir, los productos primarios para exportación, y también se vincula con el contexto de crisis del capitalismo que viene desde el 2008. Sin la base de sustentación económica del progresismo latinoamericano y la ascensión de fuerzas de la derecha apoyadas por Estados Unidos, que se vuelve, en los últimos años, más interesado en el continente y motivado a interferir en sus destinos políticos y económicos, se abren las condiciones para la actual crisis política.

Sin embargo, según Lucas, no se puede exentar estos gobiernos, sobretodo el según mandato de Dilma Rousseff, que ha sido muy criticado por los movimientos sociales por haber adoptado una plataforma económica de ajustes neoliberales. Si, por un lado, el éxito de las fuerzas conservadoras y la élite económica apoyadas por los monopolios de comunicación, los intereses de Estados Unidos y sectores de la clase media para quitar el Partido de los Trabajadores del gobierno de Brasil parece solo una cuestión de tiempo, los movimientos sociales alertan que un giro hacia la izquierda en este momento es, no solo fundamental para toda la clase trabajadora, sino la única posibilidad de continuidad del gobierno y fortalecimiento de la frágil democracia brasileña.

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