MERCANTILIZAR LA NATURALEZA

capitalismo verde

Por: Rodolfo Figueroa González

 La crisis económica actual, es el augurio de una gran trasformación tecnológica verde que posibilitará una“Economía Verde” o un “Capitalismo Verde”, el cual está siendo promovido ampliamente por corporaciones internacionales como “clave” para la supervivencia de nuestro planeta. La idea consiste en sustituir la extracción de petróleo con la explotación de biomasa (cultivos alimentarios y textiles, pastos, residuos forestales, aceites vegetales, algas, etc.).

Ahora, las industrias más grandes del mundo están convergiendo entorno a la biomasa, anticipando un futuro después de la petroquímica. Eso no significa que solo están acaparando tierras y recursos naturales, también están invirtiendo en nuevas plataformas tecnológicas para transformar azúcares derivados de vegetales (de cultivos alimentarios y fibrosos, algas, todo tipo de materia vegetal) en productos industriales.

Un ejemplo sencillo, la transformación de maíz amarillo en combustible (etanol) para coches. Para tal asunto se disponen miles de hectáreas de monocultivo industrial donde antes se producía diversidad de alimentos que eran para el humano y ahora se produce “combustible vegetal” o “biocombustible”.

Los promotores de esta idea vislumbran un futuro post-petrolero en el que la producción industrial dejará de depender de los combustibles fósiles para derivarse de materias primas biológicas transformadas mediante la bioingeniería. Muchos, por no decir todos, de los gobiernos y corporaciones más poderosas del globo ensalzan el uso de estas nuevas tecnologías (incluyendo la genómica, la nanotecnología y la biología sintética) para la transformación de la biomasa en productos de alto valor.

Así, se configura una nueva ola de acaparamiento y despojo global. La economía verde o “bioeconomía” propiciará, según un Reporte de grupo ETC sobre el poder de las corporaciones*, una mayor convergencia del poder corporativo y desatará el mayor acaparamiento de recursos y territorios visto en más de 500 años. Argumenta qué; “los amos de la biomasa corporativos están en condiciones de mercantilizar la naturaleza en una escala sin precedente, destruyendo la biodiversidad y desplazando a las pueblos marginados y empobrecidos”.

Muchos de los agentes que promueven la “bioeconomía” también claman por mecanismos de mercado para permitir la cuantificación y mercantilización de los procesos naturales de la Tierra, rebautizandolos ahora como “servicios ambientales” (por ejemplo, los ciclos de carbón, de nutrientes del suelo y del agua). Es, en sí, la expansión total de la industria de la vida. Las compañías ya no están satisfechas sólo con el control del material genético de las semillas, las plantas, los animales, los microbios y los seres humanos. También anhelan el control de la capacidad reproductiva del planeta.

Esto, de por sí representa un asalto a las vidas y a los modos de vida de los pequeños agricultores, campesin@s, indígenas, comunidades forestales, pescadores quienes cada vez más tienen todo en contra y sin embargo siguen siendo, según los informes de la organización GRAIN, quienes alimentan a la mayor parte de la población mundial y que, al mismo tiempo, representan nuestra  mayor e ignorada esperanza para combatir el calentamiento global.

Pero, ¿de quién es la naturaleza? ¿De quién pague por sus servicios?

Parece que sí. Los proyectos REDD+ y pago por servicios ambientales (PSA) que se disipan y se introducen a todos los territorios donde todavía hay naturaleza que no ha sido destruida gracias al manejo local responden a la lógica arriba mencionada y son parte de una política económica global de la avaricia. A las corporaciones les urge acaparar el agua, el aire, la tierra pues ven venir un colapso financiero y que mejor negocio que convertir en mercancía el carbono, la biomasa. Es asegurar  y perpetuar su dominio.

Necesitamos informarnos y documentarnos más sobre tal cosa. En la Región se promueven afanosamente tales proyectos (REDD+, PSA). Y hay varias instituciones locales y regionales llevando tales programas a los pueblos y ejidos de nuestra región. Debemos indagar más y a fondo. Los promotores repiten el discurso que les programan sus asesores superiores y por supuesto querrán convencer al campesino, al ejido o a la comunidad de que le entren a tal programa por sus supuestos beneficios.

Apremia la organización local, sistemas de gobernanza endógenos democráticos y consensuados. Donde los pueblos diseñen sus modos de manejo y conservación de recursos naturales, posicionando medidas antimonopólicas y contrahegemónicas, inclinándose a la soberanía alimentaria como marco general para enfrentar este intervencionismo voraz.

Porque la solución está en los pueblos y el cambio climático no se combate mercantilizando la naturaleza, poniendo precio al oxígeno o al agua. Toda medida de mitigación propuesta desde arriba, desde la elite y la corporación, abonará solamente al mismo sistema capitalista usurpador, que intenta arrebatar hasta el final la soberanía de los pueblos y que, aunque son patadas de ahogado, pueden ser letales para la vida sobre el suelo.

*¿Quién controlará la economía verde? Reporte No.107 del Grupo ETC.